La meditación es una experiencia diferente para cada persona. La forma de meditar también, ya que lo que permite relajarse o alcanzar ese estado mental perfecto a unos no le funciona a otros. Por eso, en este post te hablo de cómo meditar: con Japa Mala, visualizando o caminando, para que tengas más información y elijas la mejor para ti.
Meditación con Japa Mala y mantras
Al hablar sobre cómo adentrarse en la meditación, siempre he señalado que lo mejor es no complicarse: postura de zazen (recupera este post si quieres recordarlo mejor) o Sukhasana. Es decir, piernas cruzadas, espalda recta con ayuda de un cojín si lo necesitas y manos relajadas sobre las piernas.
La postura puede ser más compleja según tus conocimientos y práctica. A partir de aquí, toma tu Japa Mala con la mano que te resulte más cómodo (según la tradición india lo ideal es con la derecha, pero también hay quien defiende lo contrario) y sujeta la cuenta Gurú, tal y como te conté en este post.
La clave de esta forma de meditar está en la recitación de un mantra, que puede ser una simple idea, cada vez que pasamos una cuenta. La combinación de postura, ojos cerrados, repetición y tacto con la Japa Mala es la que logra centrar nuestra mente para alcanzar el estado de concentración que buscamos.
Meditar a través de la visualización
La gran diferencia de este tipo de meditación es que aprovecha todo el potencial de una imagen fija en la mente para concentrarse, desprenderse de otras distracciones y lograr meditar. En resumen: apagar los ojos exteriores, ver nuestro interior y dejar que la mente se transporte sin esfuerzo.
La elección de la imagen depende del objetivo de la meditación. Sin embargo, lo más sencillo es tomar elementos de la naturaleza, como el agua, la luz, montañas o el cielo. Su poder relajante permite meditar, pero además después se puede invocar todo el poder de los distintos elementos: la claridad de un cielo sin nubes o la fuerza purificadora del mar, por ejemplo.
Meditar con visualización es un ejercicio con múltiples posibilidades. Por ejemplo, se puede aprovechar para recuperar todo lo vivido durante el día, comprender lo que nos ocurre y saber actuar en consecuencia. También se puede volver a experiencias que nos han calmado. O, simplemente, dejar discurrir la mente por colores o ambientes.
Meditar caminando: una opción activa para liberar la mente
Sentarse y dejar fluir los pensamientos no funciona para todas las personas. Hay quienes necesitan el movimiento, sentir la brisa en el rostro o el suelo bajo los pies para liberar su mente y alcanzar ese estado buscado de meditación.
Meditar caminando es una actividad propia del mindfulness, ya que se centra en sentir el aquí y el ahora. El objetivo es observar todo lo que se encuentra durante el recorrido, sentirlo y, finalmente, dejar que afloren las emociones propias. Ser consciente, en definitiva, de lo que vivimos.
Este tipo de meditación es perfecta para la gente muy inquieta, pero también se utiliza habitualmente como balance de largas sesiones de meditación sentada. De hecho, es habitual hacer ejercicios así en los retiros para meditar. Un aspecto muy positivo es que no es necesario hacerlo en el exterior, sino que puede hacerse en casa, sintiendo cada paso, observando, dotando de un nuevo significado a cada rincón y momento.
Por supuesto, ¡hay muchas más técnicas! Lo ideal es explorar cuál es la que más se adapta a las necesidades de cada persona y momento. En tu caso, ¿cómo te gusta meditar? ¿Con Japa Mala? ¿Mediante visualizaciones? ¿Has probado a caminar de manera consciente? Combinar aspectos o ir cambiando rutinas es, además, posible y beneficioso. Cuéntame cómo meditas.
Respira, Enfoca, Medita, Siente.
Hasta la próxima.
Aum!
