El yoga como práctica física y espiritual tiene múltiples escuelas. Para aprender sobre sus distintas ramas y especialidades, así como mostrar su dinamismo y fuerte vitalidad, me gusta fijarme en tendencias del yoga concretas.
De esta manera, se estudian nuevos aspectos y rutinas que posteriormente se pueden incorporar a la rutina habitual de cada persona. Incluso, ¡puedes conocer la que más se ajusta a tu forma de ser o necesidades! En esta ocasión es el turno del Yoga Africano: te lo presento a continuación.
El Yoga Africano: una escuela contemporánea con profundas raíces
Es posible que conozcas corrientes que reivindican el origen egipcio, incluso de la época predinástica, del yoga. La escuela del Yoga Africano no va tan lejos: es una tendencia reciente, con apenas una década de vida, pero con una visión atemporal y que muestra el eclecticismo que admite el yoga.
El Tama-Re Smai Taui Afrikan Yoga (nombre completo, en inglés) es una escuela fundada por Pablo Imani (en la imagen de portada, que puedes encontrar en su página de Facebook) que recoge un amplio cuerpo teórico, basado en las enseñanzas egipcias, la conciencia del cuerpo de las culturas africanas, el misticismo suní y el sentimiento musical del movimiento rastafari.
¿Qué toma el Yoga Africano del conocimiento egipcio? Principalmente, las enseñanzas expuestas en el Libro de los muertos, con principios muy similares a los 8 del yoga de los que hablamos en este post.
Del estudio de todos ellos surgen 9 disciplinas que son parte central del Yoga Africano:
1) Smai o ciencia de la respiración
2) Ejercicio
3) Alimentación
4) Moderación
5) Relajación
6) Meditación
7) Hika Mantra
8) Visualización
9) Transformación
El objetivo del Yoga Africano es el desarrollo energético y la limpieza tanto del cuerpo físico como del emocional. Para lograrlo, Pablo Imani ha realizado una combinación de asanas (algunos de ellos inspirados en los grabados y dibujos egipcios), danzas africanas y movimientos similares a los del Tai-Chi.
Esta escuela presta una gran atención al conocimiento del propio cuerpo, clave para crecer en flexibilidad o movilidad. En este aspecto, juega un papel muy importante el baile, para lo que suenan tambores a lo largo de las sesiones.
Del sunismo, rama más espiritual del Islam, el Yoga Africano toma sus prácticas de respiración, que se ayudan siguiendo los ritmos de la música. De hecho, el ritmo es fundamental en toda la práctica, ya que es un potente aliado para la concentración. Seguro que también han inspirado a Imani los derviches y sus danzas religiosas, una de las prácticas místicas suníes más conocidas.
La unión de todas estos conocimientos y tradiciones genera una tendencia de yoga dinámica y rítmica, que aspira a la naturalidad, con un gran equilibrio entre la espiritualidad y la diversión. De hecho, una de sus características es que las sesiones alientan la participación: se realizan y responden preguntas, se corrige sobre la marcha y se deja cierta libertad para la expresión individual a través del cuerpo.
Las personas que practican Yoga Africano se centran en la coordinación, el baile, el conocimiento del cuerpo por fuera y por dentro y el impacto emocional que tiene cada movimiento. De esta manera, se superan los posibles bloqueos, mejora la circulación, la coordinación, el equilibrio y la vitalidad, pero también la libido o la apertura de la mente hacia la meditación.
Como puedes comprobar al descubrir las distintas tendencias del yoga, este es un un mundo abierto al cambio: a investigar en las antiguas tradiciones, pero también a encontrar nuevos caminos fruto de la combinación de distintas culturas bajo una perspectiva global y contemporánea.
¿Qué opinas del Yoga Africano? ¿Te atrae o prefieres las escuelas más clásicas? Desde luego, propone una visión original, ecléctica y que permite incorporar distintas enseñanzas. Cuéntame.
Respira, Enfoca, Medita, Siente.
Hasta la próxima.
Aum!
