Vivir la India - Portada

Vivir la India: una experiencia personal en Dharamshala

Cuando decides hacer un viaje en solitario a la India, a menudo la gente cree que te falta algo, que te sientes incompleto y que no eres feliz. Esta es la mentalidad con la crecemos en Occidente, donde juzgar a los demás se convierte en nuestro pan de cada día.

Yo no decidí ir a la India por ese motivo: lo hice porque quería ver el mundo desde una perspectiva distinta, la de quien no tiene tanta suerte como nosotros. Eso pensaba entonces, pero en realidad tienen bastante más suerte que nosotros.

Recuerdo que al volver a casa después de los dos primeros meses en la India lo primero que pensé fue: “Dios mío, ¿por qué tengo tantos vasos si solo uso uno o dos al día?” Este pequeño detalle, que después se fue repitiendo, me llevó allí de nuevo, donde solo vives con lo necesario y todo lo superficial se convierte en superfluo.

Vivir la India - Vaca

Existen dos visiones de la India. La de un país cruel, salvaje, donde cada día se conciertan matrimonios, se viola a mujeres y se mutila a niños. Luego está la India iluminada, la que puede transformar tu “miserable” vida en un largo camino de luz y felicidad, de yoga, meditación y desprendimiento.

Pero yo creo que la India solo es una. La parte cruel existe en cada país del mundo, a menor escala, ¡porque somos menos! La parte sagrada existe dentro de cada uno de los habitantes de nuestro planeta: solo tenemos que saber buscarla si somos capaces de empezar a hacerlo.

Voluntariado en Dharamshala, hogar de los refugiados del Tíbet

Estuve en la India cuatro meses como voluntaria en una escuela de acogida para los hijos de refugiados del Tíbet. También colaboré con una asociación que intenta mantener limpios los bosques del norte del país. Había una tercera opción de voluntariado: dar clases de inglés a monjes tibetanos que huyen de China, donde se les persigue y se les mete en la cárcel sin motivo.

Vivir la India - Monjes tibetanos

Probablemente no hace falta irse tan lejos para hacer este tipo de voluntariados y aportar tu grano de arena a la sociedad, pero quería ver mundo y esta era una buena excusa para hacerlo. Y vi mundo: uno que me enamoró, lleno de olores, colores y texturas diferentes a las que estaba acostumbrada.

Se trata de un mundo donde la gente vive con lo que tiene y donde la Pirámide de Maslow todavía no existe, al menos en las zonas rurales. En las grandes urbes la situación es completamente distinta. Si lees Forbes, sabrás que uno de los hombres más ricos del mundo es indio. Si pudiera, le diría: “reparte, hombre, reparte, que harás feliz a mucha gente y seguramente tú lo serás más que ahora”. Pero no me moví en estos círculos de alto standing y no tuve esa oportunidad.

Vivir la India - Contrastes

Cuando eres occidental y viajas a la India, aunque en tu lugar de origen seas de clase media, allí te conviertes en millonario al instante. Recuerdo cómo la gente que pide por la calle se quedaba mirando el billete de 100 rupias que les ofrecía. Debían creer que era falso: nadie da 100 rupias, aunque para ti no signifique nada, ya que es poco más de 1€.

Cuando viajas a la India te dicen que regatees, que es su forma de vivir, de hacer negocios. Yo no regateaba. ¿Por qué tengo que discutir con alguien sobre pagar 10 céntimos por un brazalete o pagar 12? Para mí no era una falta de respeto: era ser consecuente entre mi poder adquisitivo y el suyo.

Vivir la India - Voluntariado

La gente de la India es buena, aunque haya también personas no tan buenas, como en todas partes. La gran mayoría no tiene gran cosa, pero te la ofrecen a pesar de sus carencias. Según ellos, lo hacen porque “el mañana no existe”. ¿Quién sabe si nos despertaremos la mañana siguiente para disfrutar de otro día?

La gente de la India quiere hacer feliz a la gente que les rodea, seas familiar, amigo o un desconocido; eso no importa. Una frase muy extendida es: “si sonríes, puedes arreglar el día de alguien”. Y, de hecho, esto es así allí y aquí. A menudo vamos por la calle, inmersos en nuestros pensamientos, mirando el móvil o el suelo, pensando en la próxima factura de la luz.

Vivir la India - Espiritualidad

Levantemos la mirada, busquemos complicidades, digamos “buenos días”. Seamos generosos, no solo de cosas, sino de sentimientos. Lo disfrutaremos.

La vida es dar y recibir. Recibir y dar. A menudo la gente dice que prefiere regalar a que les regalen cosas. Sí, es cierto, yo también, pero debemos permitirnos recibir.

Vivir la India - Alegria

La vida es rodearse de gente que te ilumina y te permite hacerlo. Y, aquellos que no lo hagan, dejemos que busquen una persona más adecuada. Dejemos recorrer su camino a quienes no podemos ayudar. Puede que les haga daño al principio, pero nos lo agradecerán con el tiempo.

He titulado este texto Vivir la India y no Vivir en la India. Una letra tan pequeña y la diferencia tan grande que genera. Yo viví la India porque me permití dar y recibir. Dejé que me acogieran sin miedo y conviví con ellos. Las comidas a las que me invitaban eran como las de Navidad en nuestra casa: era pollo massala, lo mejor que podían ofrecer, y la ilusión de verte acabar el plato no tenía límites.

Vivir la India - Comida

De la India me he traído mucho amor; tanto como he dejado. Si algún día llegué a pensar que no estaba completa, allí he averiguado que estaba, estoy y estaré completa porque todo lo que necesito está dentro de mí. Pero también he aprendido que nunca estás completo del todo y que abrirte, permitirte sentir y que te sientan, es un lujo al que nunca debemos renunciar. Porque el amor, la luz y la paz interior no tiene límites.

Marta Ràfols
Texto editado por Aumjoia

¿Qué te parecen las reflexiones que ha traído Marta de sus meses en Dharamshala? De esta enriquecedora vivencia personal también ha aportado Japa Malas elaboradas allí de forma artesanal, que recogen toda la experiencia positiva y que, desde Aumjoia, vemos una fantástica oportunidad para compartir su legado. Se trata de nuestra colección Origen India y con la compra de cada una de ellas, realizaremos un donativo a la escuela de acogida de refugiados del Tíbet de Daramsala donde Marta realizó su voluntariado. Puedes ver esta colección tan especial siguiendo el enlace.

Respira, Enfoca, Medita, Siente.
Hasta la próxima.
Aum!

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